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¿Estamos finalmente superando la mirada masculina (male gaze) en los videoclips?

Chiara Sassi
women in music

Durante años, la representación femenina en los videoclips ha estado fuertemente influenciada por el concepto de "mirada masculina", un término introducido por la teórica del cine Laura Mulvey en su influyente ensayo Visual Pleasure and Narrative Cinema (1975). 

Analicémoslo juntos y veamos si todavía es así o si nos estamos alejando de este concepto.


La evolución de la representación femenina en los videoclips

Mulvey sostiene que el cine tradicional y muchos otros medios han sido construidos desde una perspectiva masculina de la feminidad, en la que el hombre es el espectador y la mujer es un simple objeto destinado a satisfacer el deseo masculino.


Esta dinámica se ha repetido con frecuencia en la industria musical, especialmente en los videoclips, donde la mujer ha sido representada como pasiva y subordinada, con su cuerpo convertido en el foco de una sensualidad que, en última instancia, pertenece a los hombres. Un ejemplo claro de esta representación objetivadora es el reggaetón, donde las imágenes de mujeres semidesnudas bailando de manera sensual se han convertido en una constante. Estos videos enfatizan la sexualidad femenina como una parte esencial del éxito comercial de la canción. La iconografía del reggaetón se ha forjado a partir de estereotipos que reducen a la mujer a un objeto de deseo, de la misma manera en que la cultura popular ha retratado la feminidad como algo que debe ser poseído.


Para comprender la evolución de la representación femenina en el reggaetón, es útil analizar algunos videos icónicos del pasado y compararlos con producciones más recientes.

En 2013, Daddy Yankee publicó Limbo, un video caracterizado por escenarios exóticos y coreografías sensuales, donde las mujeres aparecen con atuendos reveladores y realizando bailes que enfatizan su sexualidad, reflejando la tendencia de la industria a objetivar el cuerpo femenino. De manera similar, Salió el Sol de Don Omar (2010) presenta imágenes de fiestas donde las mujeres en bikini son representadas principalmente como elementos decorativos alrededor del artista masculino.


En los últimos años, sin embargo, ha habido un cambio significativo. El video Azul de J Balvin (2021) presenta una representación más equilibrada y respetuosa de la mujer, mostrandola en contextos cotidianos y no solo como un objeto de deseo masculino. Del mismo modo, Cosas Pendientes de Maluma (2025) representa a la mujer como una compañera en igualdad de condiciones, enfatizando la conexión emocional en lugar de centrarse exclusivamente en su apariencia física o sensualidad.


Desarrollos y nuevas perspectivas

A lo largo de los años, han surgido nuevas voces en el panorama musical que han comenzado a desafiar estas representaciones. En particular, la idea del empoderamiento femenino ha ganado terreno, y muchas artistas han comenzado a reclamar su cuerpo y su sexualidad, cuestionando la dinámica de poder que históricamente ha definido los videos musicales.


Un ejemplo emblemático de esta nueva tendencia es el video Bodak Yellow de Cardi B de 2018, que rompió con la idea de objetificación, con la rapera presentándose como una figura dominante. Cardi B no solo canta sobre el éxito y la independencia, sino que también se muestra como dueña de su cuerpo, sugiriendo que la sensualidad femenina puede ser tomada en manos de las propias mujeres, en lugar de ser simplemente una herramienta para el placer masculino. El video de la canción, de hecho, es un acto de reivindicación, en el que la rapera está rodeada de un ambiente de lujo y poder, expresando una visión de autodescubrimiento y autonomía.


De manera similar, Beyoncé, con Formation (2017), escenificó una representación de la mujer como una fuerza de cambio, orgullosa de su identidad y consciente de su cuerpo. El video, que mezcla imágenes políticas y culturales, presenta a la cantante como una figura soberana, alejada del rol de objeto deseado por otros. Su danza, su postura, su look: cada aspecto del video es una afirmación de su poder.


La evolución hacia una representación más equilibrada y respetuosa de la feminidad está en marcha, aunque el camino aún es largo. El empoderamiento femenino está encontrando cada vez más espacio, con artistas que reclaman el control de su imagen y artistas masculinos que, a pesar de cierta resistencia, comienzan a modificar las dinámicas narrativas en sus videos.


Esto no significa que la sexualización haya desaparecido pero la forma en que se representa está evolucionando, y el cuerpo femenino ya no es necesariamente una herramienta para la mirada masculina, sino un medio de expresión y autodeterminación. Es fundamental seguir interrogándose sobre estas dinámicas y promover representaciones auténticas y diversificadas de la feminidad, para que la música realmente refleje la evolución de la sociedad y sus sensibilidades culturales.





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